
Cuando llegué a la casa lo que más me llamó la atención fue abrir el grifo y que no parara nunca de salir agua. Le preguntaba a mi tía si el agua no se terminaba nunca y ella me decía que nunca, que gastara toda la que quisiera y yo me quedaba rato y rato mirando salir el agua. Cuando salí a la calle, como era una ciudad, pensaba que sólo había coches pero pasó una manada de vacas que iban a beber al río, ¡vaya susto que me llevé…!